El año pasado visité una universidad de UK y me llamó poderosamente la atención la cultura que tienen allí respecto a los simulacros de emergencia en edificios públicos.
Un día a la semana, siempre a la misma hora, hacen sonar la alarma de incendios para que te acostumbres a escucharla. Y cuando menos te lo esperas… sí, un simulacro REAL, ¡sin avisar! En realidad ahí está la gracia. ¿Qué sentido tiene hacer un simulacro si previamente has avisado?
La primera semana que estuve dio la casualidad (o no, la verdad es que desconozco la frecuencia con la que llevan a cabo los simulacros) de que hicieron un simulacro por sorpresa. Una vez la alarma suena más de 30 segundos tienes que abandonar el edificio e ir donde te indiquen (en este caso, a la acera de enfrente). Por cierto, aquél día llovía para variar.
Seguramente la cultura contra-incendios que tienen los ingleses se deba a siniestros pasados y a los materiales de construcción (cerramientos normalmente de ladrillo, pero interiores de madera, y moqueta, claro). Los edificios modernos ya se construyen con otros materiales, en fin, la globalización llegó también a la arquitectura, pero las costumbres se mantienen.
Digamos que tuve envidia sana, ya podíamos hacer aquí algo similar de vez en cuando…
En las clases de mi universidad hay tres hojas pegadas a la puerta que explican algunas medidas en caso de evacuación.
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